Dificultades del comer. Por Cristian Figueredo Braslavsky

Los conocidos como trastornos de la alimentación o de la conducta alimentaria encierran diferentes enigmas a los que debemos hacer frente quienes nos dedicamos a este tipo de clínica.

Mi experiencia en el trabajo con estos pacientes me ha enseñando a tomar muy en serio lo que se esconde, detrás de la conformación sintomática, siempre particular, que cada uno de estos pacientes ha sabido construir.

Hay algunas cuestiones que considero sumamente importantes en el trabajo que nos toca abordar cuando recibimos una demanda que se encuadra dentro de las dificultades con el comer.

Si bien es fundamental tomar la singularidad del caso en toda su expresión, es decir, pensar y tomar cada detalle que hace que esa solución problemática que ha construido el paciente, tenga la marca y sello personal, por otro lado es importantísimo apoyarse en lo que podríamos denominar el marco teórico que nos permite construir el caso y así poder orientar la cura.

Es una orientación que debemos siempre tener como telón de fondo para no dejarnos comer por el discurso social y el empuje a una solución que apunte exclusivamente a lo sintomático.

El síntoma es siempre un aliado del clínico y por tanto es una guía que nos permite orientar nuestra intervención. Más allá de las quejas del paciente o de sus familiares por el síntoma, lo que nos enseña el trabajo con estos síntomas es que tienen un verdadero valor funcional y por tanto nuestros esfuerzos deben estar dirigidos a hacer un buen uso de esta construcción.

La construcción sintomática.

Freud nos ha permitido entender al síntoma como una solución de compromiso y es así, que a partir de este postulado podemos pensar el síntoma en términos de construcción.

El armado de la construcción sintomática tiene sus bases en el concepto fundamental de toda la obra Freudiana que es el inconsciente. Claramente se puede captar esto en los dichos de los propios pacientes que presentan lo insoportable del síntoma como algo sin lógica pero que a la vez y mas allá del sufrimiento que les genera, no pueden dejar de hacer. Aquí radica la fuerza y la potencia de aquello que habita en lo mas intimo de cada uno de nosotros y que responde a una lógica desconocida para nosotros mismos.

En el caso de las dificultades del comer se puede destacar como lo que en principio es presentado como un problema a resolver, tiene la forma de una solución. En el terreno de las neurosis podemos decir que una mala solución en tanto que trae consigo el sufrimiento en la vida del paciente y de aquellos que forman parte de sus lazos más íntimos. En cuanto a las psicosis debemos tomar mas cuidado y ser cautelosos en tanto la invención sintomática cumple más un papel estabilizador que lo contrario.

En cualquier caso la relación que cada paciente establece con la comida, sea ésta de rechazo ó de una ingesta ilimitada que no encuentra su punto de fin, debemos tomarnos el tiempo que nos permita comprender no solo la historia del síntoma y los esfuerzos que cada uno ha tenido que realizar para llegar a la solidez del síntoma como tal, sino también tomar los recaudos oportunos para hacer un diagnóstico diferencial que nos permita darle forma a un marco desde el cual poder pensar las bases de la construcción sintomática.

Remarco la idea de la «construcción» porque entiendo que la emergencia del síntoma, como aquello que no funciona, molesta y a la vez hace visible lo que no va, conlleva un periodo de trabajo silencioso y oculto para uno mismo. Lo inconsciente no puede pensarse si no es a partir de su base fundante represiva. Justamente el inconsciente se define por lo desconocido y se hace presente o se deja ver por lo sintomático.

Todo el desarrollo de la teoría psicoanalítica se sustenta en una construcción epistémica que se nutre de diferentes disciplinas y saberes para poder dar forma y estructurar aquello que solo se puede apreciar a través del síntoma, ó precisando mas aún la cosa, por el decir de cada paciente sobre su síntoma. Por ello la idea de construcción es central, ya que a través del síntoma lo que podemos captar es lo pulsional y por tanto tomamos las características particulares de este concepto fundamental como son la fuerza, la meta, el objeto y la fuente. Estas son las características que se ponen al servicio del aparato psíquico como el agua que da vida al río.

La clínica de los desórdenes alimentarios es justamente en torno a un vacío que toma como falso objeto al alimento. Ya sea la nada que come la anoréxica, en tanto el objeto pulsional toma forma en torno a un vacío, ó en la obesidad donde nos encontramos el esfuerzo infinito de llenar un vacío que nunca encuentra fin, pasando por la bulimia donde la pulsión era desatada y el llenado y el vaciado conforman una pareja inseparable que deja en evidencia un agujero con el que no se sabe como hacer.

Podemos ver así, como en toda construcción, que detrás de lo que se hace visible, en la fachada, hay partes, retazos, ingredientes que son tomados y conforman la obra misma.